¿Quién nos puso esta mochila?

El presente artículo es resumen de otro más extenso elaborado por A+C Consultores. Las consideraciones de indole "más técnica" se han quitado del cuerpo principal y se incorporado en las notas al pie.


El gobierno argentino se encuentra hoy altamente endeudado, no es ninguna novedad. Ha tomado deuda de diferentes formas, le ha pedido dinero a propios y extraños y hoy le debe a cada santo una vela. 

En rigor, endeudarse no es malo. Muchas familias acceden a bienes de capital como autos o viviendas a través de la toma de deuda, muchas empresas crecen con proyectos de inversión que financian con deuda, muchos gobiernos desarrollan la infraestructura de un país utilizando dinero prestado. Lo malo no es endeudarse, sino endeudarse excesiva y descerebradamente, es decir, tomar una duda que no se va a poder pagar (porque los ingresos del agente no pueden soportar la devolución del dinero en cuotas) o aplicar los fondos que se toman a actividades o proyectos que no generarán recursos para el repago.

Sin embargo, cuando vemos la deuda que tiene hoy el gobierno argentino y analizamos la eficiencia con la que hoy cumple con sus funciones, su productividad y el nivel de cobertura y calidad de los servicios públicos que presta (pensemos en la seguridad, la salud, la educación, la infraestructura, la vivienda, las jubilaciones y pensiones, etc...) podemos decir que se trata de un gobierno escandalosa, inútil y delictivamente endeudado, fuera de toda intuición y racionalidad. Gran parte del dinero que se ha tomado prestado ha ido a parar a proyectos sin sentido social, prebendas partidarias, clientelismo y corrupción. Ha habido en la aplicación de los fondos que se ha recibido, una salvaje combinación de ineptitud y corrupción, que los ha derivado hacia destinos muy diferentes a los que nuestra comunidad necesitaba.

Para entender lo grave de este proceso, es necesario comprender que un gobierno puede tomar deuda de diferentes formas y que puede hacerlo a través de distintos organismos públicos. Por eso, para llegar a conclusiones que tengan sentido, deben sumarse todas las deudas relevantes, porque nuestro gobierno ha usado todos los medios y lo ha hecho a través de todos los organismos posibles. Además, debe notarse que puede hacerlo en forma explícita o incluso casi “a escondidas”, de manera que sólo quien maneje con idoneidad las cuentas públicas pueda descubrirlo. Y en este último caso, puede luego cubrir sus huellas y decir que nunca lo hizo.

Para calcular la deuda que se ha tomado no entonces basta con sumar los bonos que la Administración Central ha ido colocando a lo largo del tiempo y los préstamos de organismos internacionales que ha recibido. Hacerlo de esa forma es mirar el problema en forma muy parcial, muy incompleta y permite a los irresponsables esconderse y no rendir cuentas. Quienes lo hacen de esa forma, o bien no saben hacerlo, o buscan engañar arteramente a quienes deberán hacer frente a los compromisos contraidos (nosotros y nuestros hijos).


En la actualidad el grueso de la deuda gubernamental argentina se encuentra alojada hoy en el patrimonio neto de tres organismos:

1) El Sector público consolidado no financiero (SPCnoF), esto es, todos los organismos gubernamentales de todos los niveles, excluyendo ANSES y Banco Central. 

Toda vez que el SPCnoF muestra una situación deficitaria en sus cuentas, la deuda, por definición, debe incrementarse[1]. No hay otra alternativa, no hay magia posible, es partida doble. Si los datos no reflejan eso, es porque hubo algún dibujo.

2) El Banco Central (BCRA), cuya deuda se refleja en sus pasivos en pesos y en dólares, netos de sus activos (en particular las reservas en dólares)[2]

En este caso los pasivos deben incluir la base monetaria, por lo dicho antes respecto de su uso para solventar déficits asiduamente

3) La ANSES, donde en un sistema de reparto como el actual existe una “deuda actuarial” que, si bien no es exigible hoy, lo será en el futuro por la dinámica de aportes insuficientes para hacer frente a los haberes jubilatorios y pensiones de los argentinos[3].

A esto se suma que el mismo sistema de reparto es deficitario y recibe fondos de otros impuestos, que son detraidos de la posibilidad de financiar el gasto público y por ello abultan el resultado negativo de 1).


De esto se desprende que para hacer “bien la cuenta” y no dejar nada en el tintero (como por picardía o ignorancia lo hacen los interesados en mostrar el problema parcialmente y sacarse responsabilidades de encima) es necesario sumar las tres deudas.

Hoy la deuda mencionada representa más de 113% de PBI anual y se compone de la siguiente forma:


                   




Nota: incluye deudas en pesos y en dólares, medidas todas en dólares

Si se analiza la evolución de esta deuda en los últimos años, se observa lo siguiente:


Si de responsabilidades hablamos, más allá de la retórica política, los datos puros y duros muestran lo siguiente (un signo positivo implica aumento de deuda y viceversa):

Estas tres deudas tienen diferentes grados de exigibilidad:

. La primera tiene su propia cadencia de vencimientos, en función de los bonos colocados (en el cuadro no se realiza tal distinción); 

. la segunda también tiene su propia cadencia, usualmente más perentoria que la primera, excepto la base monetaria allí incluida, cuya exigibilidad depende de la confianza en la moneda nacional (en el cuadro tampoco se realiza tal distinción);

. la tercera tiene un grado menor de exigibilidad, ya que los jubilados futuros la exigirán (sin mucho poder para exigirla) cuando lleguen a la edad jubilatoria[4]

En cuanto a las monedas en que están denominadas, las dos primeras pueden estarlo en moneda nacional o extrajera y la tercera está en moneda nacional.


Si se hacen bien las cuentas y consideramos todas las deudas (no sólo las que conviene al gobierno de turno o a sus voceros), más de la mitad de la deuda que hoy tiene el gobierno argentino se tomó entre 2007 y 2023, en los gobiernos de Cristina Fernández, Mauricio Macri y Alberto Fernández. Es decir, gobiernos donde el sello ideológico fue hacia un lado y hacia el otro, como un péndulo, utilizaron el mismo expediente para financiar su "mix" de desprolijidad, ineptitud y corrupción.

Más allá de sus ideologías, todos tomaron deuda en su momento para no tener que llevar adelante un sinceramiento (ajuste) políticamente incorrecto. Y más allá de nuestras propias ideologías (la suya, la mia...) todos deberemos contribuir para pagarlas, en su momento.



[1] Técnicamente, la emisión de base monetaria para financiar el déficit fiscal implica toma de deuda, ya que la misma se contabiliza en el pasivo del BCRA.  Por ello, los extensos períodos en que el resultado fiscal fue financiado de esa manera no acumula deuda bajo la forma de bonos, pero sí lo hace en el BCRA. 

Esta deuda (BM) tiene dos ventajasno es exigible de inmediato (salvo cambios abruptos de cartera, donde la gente la desea dolarizar comprando dólares al BCRA) y no paga intereses. Pero tiene una desventaja: genera inflación.

[2] Técnicamente, la deuda neta en dólares serán las reservas netas disponibles, cambiadas de signo. A eso debe sumarse la deuda colocada en pesos que, por lo dicho antes, debe incluir a la base monetaria.

[3] Técnicamente, el sistema de reparto recibe aportes de los empleados formales activos, pero eso no debe contabilizarse como un ingreso disponible porque esos aportes constituyen en ese mismo acto una deuda para con ellos cuando se jubilen. Asimismo, cuando paga jubilaciones no es un egreso sino que está saldando un pasivo adquirido antes con quienes actualmente están jubilados.

[4] Surge claro aquí que cuando se atrasan los haberes jubilatorios respecto de la marcha de la inflación se está realizando un "default parcial unilateral" de esta deuda.


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