Montaña rusa

Es frecuente que para medir el desempeño macroeconómico de un país se use alguna medida de crecimiento del producto bruto interno o algún indicador de actividad agregado. Si crece va bien, si se estanca o decrece, va mal.

Sin embargo, esta es una medida muy primaria e incompleta, los macroeconomistas lo saben bien. La usan porque es de fácil acceso y, si se usa su variante “per cápita” permite comparar con rapidez lo que sucede en distintos países en un período determinado.

Pero cuando uno quiere indagar con mayor profundidad acerca del desempeño macro, el nivel de actividad (el tamaño de la torta) no es suficiente, deben agregarse otras dimensiones, otros aspectos, en particular vinculados a la distribución del ingreso (cómo se reparte la torta).  Es por ello que para observar cómo le ha ido a Argentina en los últimos años he compuesto un indicador que busca incorporar esos otros elementos de juicio, de manera de dar una visión más amplia y completa de “cómo le va a la economía”, más allá de si crece o no.

Este indicador de desempeño macroeconómico (IDM) comprende tres macrovariables: crecimiento, inflación y empleo. El crecimiento para medir “eficiencia”, la inflación para reflejar al mismo tiempo “eficiencia y equidad” y el empleo como una medida (parcial) de “equidad”.

Ciertamente hay muchos otros elementos que podrían considerarse, tales como coeficiente de GINI, indicadores de corrupción, transparencia, libertad de prensa, democracia, etc., pero los datos no son sencillos de conseguir y homogeneizar, por lo que le dejo ese trabajo a otro “valiente”. Que este indicador sirva de punto de partida para reflexionar y que otros colegas tomen la posta y lo expandan.

La metodología utilizada no es sencilla y por eso la coloco en un pie de página; si usted desea conocerla puede leerla, si no, puede seguir avanzando en este texto[1]. Consiste básicamente en reunir los tres indicadores y armar una fórmula que los contemple en conjunto.

De los cálculos realizados surge el siguiente gráfico:



Por la forma como está construido, el indicador toma valor UNO en el año de mejor desempeño macroeconómico (considerando las tres variables) y valor CERO en el año de peor desempeño. Los años intermedios toman valores entre CERO y UNO que son “relativos” a esos extremos.

El gráfico habla por sí solo: los años de mejor desempeño fueron 2010, 1992 y 1986, en ese orden; los de peor desempeño fueron 2002, 1989 y 1985, en ese orden.

El análisis por década, arroja los siguientes resultados:
  

Década Valor Indicador
80 0,506
90 0,593
2000 0,602
10 0,759

Realizando un análisis (imperfecto) para la gestión de cada presidente resulta:
  
Presidencia Valor Indicador
Alfonsín 0,494
Menem 0,593
De la Rúa 0,328
Duhalde 0,322
Kirchner 0,831
Fernandez 0,767
Macri 0,672

Esta última comparación es imperfecta por dos motivos: en primer lugar porque para calcular el valor que figura en la tabla se toman años completos, aunque algunos presidentes asumieron o dejaron el poder en medio del año; en segundo lugar porque no se computan las “herencias”, positivas o negativas que unos dejan a otros.

Algo que es digno de destacar: usualmente, cuando se usa sólo el nivel de actividad para medir desempeño macroeconómico, se pone énfasis en la volatilidad de la tasa de crecimiento y la inestabilidad que eso representa. Esa volatilidad se observa también en el IDM, al incorporar también inflación y empleo.

Finalmente, para quienes prefieren un análisis más cercano y no tan “histórico”, los últimos años muestran este perfil:



Nos guste o no.

Más allá de las ideologías, los relatos y el bombardeo mediático, son los datos de la realidad, medidos de fuentes confiables[2]. Pueden faltar variables, pero nadie puede negar que crecimiento, inflación y desempleo explican una parte sustancial de nuestro desempeño macro.





[1] El Indicador de desempeño macro (IDM) se construye sobre la base de tres series: crecimiento, inflación y empleo.
1) la de crecimiento se basa en el Estimador mensual de actividad económica del Ministerio de Economía y el Indice General de Actividad Económica de Orando Ferreres. Se desestacionalizan y se llevan ambas a índice base 2001=100, se promedian y se construye un índice único, se calcula su tasa de crecimiento y se normaliza al intervalo (0,1).
2) la de inflación se toma del INDEC hasta 2007 y a partir de entonces se toma la “inflación verdadera” (promediando UBA, Congreso y Fiel), se empalma la serie y se normaliza al intervalo (0,1).
3) la de empleo se calcula como Ocupados/PEA (Fuente Indec, Mecon y Ministerio de Trabajo) y se normaliza al intervalo (0,1).
Con las tres series normalizadas, se calcula el siguiente indicador: IDM= (1+crec).(1+emp)/(1+inf).
Finalmente el indicador IDM se normaliza nuevamente al intervalo (0,1).

La normalización tiene algunas características interesantes, ya que permite una comparación a lo largo del tiempo relativizando el desempeño macro a lo sucedido en todo el lapso y no sólo a lo coyuntural. Dicho de otra manera, el valor que resulta para un año no es estático sino que puede cambiar si se modifican los extremos de la serie en algún momento (esto es válido para los indicadores individuales y para el IDM en su conjunto). Su debilidad radica en la dificultad para compararlo con otro IDM para otros países, ya que cada IDM depende de sus propios extremos.

[2] CUIDADO! Puede haber una distorsión en los datos de actividad (en el EMAE, no en el IGA) y de empleo desde 2007 hasta 2015, con sesgo a “maquillarlos para mejorarlos”, cuando las estadísticas oficiales estuvieron distorsionadas. Para esos años, el IDM puede estar sobreestimado, pero ante la falta de estadísticas alternativas, es difícil decir cuánto.

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