Déjà vu

Déjà vu (en francés ‘ya visto antes’) es un tipo de paramnesia del reconocimiento de alguna experiencia que sentimos como si se hubiera vivido previamente.


“Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes” 
Albert Einstein

"Más dinero se ha perdido a causa de cuatro palabras que a causa de una pistola desenfundada. Esas palabras son: esta vez es distinto”, 
Carmen Reinhart y Kenneth Roggof, "Ocho siglos de necedad financiera".


La economía argentina es una "economía de déjà vu": todo lo que hoy pasa ya ha pasado antes, en cada recodo del camino tenemos la sensación intensa de que "esto ya lo hemos vivido".  Es frecuente que, cuando ante algún suceso económico consultamos a nuestros padres o abuelos, nos respondan con un dejo de resignación:  "Si, si... recuerdo que esto pasó en tal fecha, o en tal otra... y se repitió en aquella otra...con este presidente o con aquel ministro...". Y por lo general se trata de experiencias fallidas, de las cuales aparentemente poco hemos aprendido.

En los últimos cinco meses (abril-setiembre 2018) los argentinos hemos vivido un episodio muy intenso de déjà vu. 

Los llamados "déficits gemelos" (es decir, déficit fiscal y déficit de cuenta corriente), de los cuales algunos hoy se asombran, no son una novedad para nosotros, vienen de décadas atrás (1):


La norma ha sido que los resultados fiscal y de cuenta corriente sean negativos, sólo excepcionalmente han sido positivos y en tal caso, lo han sido por poco tiempo (en el caso del resultado de cuenta corriente, casi siempre producto de recesiones que deprimieron las importaciones). Y en esto no hay distinción de gobiernos ni ideologías: conservadores, radicales, peronistas, desarrollistas, liberales, progresistas... todos han seguido la misma conducta, que implica gastar por encima de las posibilidades hasta que llega la crisis y se produce el temido ajuste (temido aunque, a la luz de la vasta experiencia, totalmente previsible).

El caso más notable se observa a partir de los superávits gemelos que se generaron luego de la debacle de 2002, con motivo de la combinación de mega-devaluación de la moneda nacional,  licuación de  los gastos públicos por la inflación y notable suba del precio de los commodities, todo lo cual permitió revertir de un golpe (y con severo trauma en ese momento) los saldos negativos que se traían de fines de los 90. Dicho trauma, uno de los mayores que registra la historia económica del país, no fue obstáculo sin embargo para volver a las andadas y comenzar a deteriorar gradualmente esos números positivos: ocho años después las cuentas eran deficitarias y unos años más tarde se encaminaban a ser "rojo intenso".  La tendencia que marca el período 2003-2017 es muy preocupante, es el deterioro más largo que registra la historia, casi sin altibajos, siempre hacia abajo...


Asi, la situación de los últimos seis años se parece mucho a otras dos en la historia que se presenta en el gráfico: el período 1976-82 bajo régimen militar y el período 1995-2001, parte bajo gobierno peronista y parte bajo gobierno radical. Si hacemos memoria, aquellos dos episodios de "sobreconsumo" no terminaron bien: el primer terminó con un default parcial en 1985 y el segundo con un default amplio en 2002. Esto ya debería habernos prevenido, o al menos hacer que el episodio de sudden stop vivido por la economía argentina entre abril y setiembre de 2018 no nos resultara tan extraño.

Pero esto no es todo. En busca de similitudes con aquellas situaciones, el atraso cambiario aparece como un punto importante a recordar ya que complementa el cuadro:


Déficits gemelos y atraso cambiario: una combinación muy peligrosa que los argentinos conocemos (y deberíamos recordar) muy bien, pues nos llevó a dos situaciones de impago que no pudimos evitar. En ambos casos la corrección fue traumática: en 1985 porque el mundo ya no financió a los latinoamericanos deficitarios (efecto derivado de las crisis de la deuda iniciada en 1982 por México) y en 2001 porque en particular no financió más a una economía argentina sobreendeudada y con dificultades "de flujos" para enfrentar sus compromisos.

El mundo, seguramente más propenso a mirar los números de un país con mayor frialdad, percibió que ya en 2017 la situación se repetía y que los argentinos eran reacios a notarlo (esta vez es distinto...), especialmente el gobierno, anestesiado por un buen resultado electoral, aletargado en su gradualismo y retaceando autonomía a su Banco Central. Y en 2018 decidió emitir su opinión deshaciendo posiciones financieras en argentina, liquidando bonos y acciones del país de sus carteras y "retirándose hasta nuevo aviso". Déjà vu.

El proceso de sudden stop fue entonces de libro de texto (2): freno a la entrada de capitales, reversión del flujo, tipo de cambio en alza, precios en alza (menos que el anterior, de manera de corregir hacia arriba el tipo de cambio real), tasas de interés por las nubes, impacto recesivo casi inmediato y deterioro de empleo y la pobreza. El segundo y el tercer trimestre de 2018 han mostrado estos efectos, que seguramente se seguirán observando dos trimestres más si el gobierno cierra la brecha fiscal, aún abierta. Si no lo hace, la "fase final" del sudden stop (corrida cambiaria y bancaria, que nollegó a currir en 1985 pero sí en 2001), estará más cerca.

Nada nuevo: sólo un viejo concepto de macroeconomía internacional aplicado, nuevamente, a un país con conducta de sobreconsumo, endeudamiento y tipo de cambio real bajo (alejado de su equilibrio) que se niega a reconocerlo y persiste en su conducta. 

Einstein y la teoría económica sólo pueden decirnos: "te lo dije...". Pero no hay peor sordo que el que no quiere oir.



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(1) Conceptualmente, el déficit fiscal implica que el gobierno gasta por encima de lo que recauda, debiendo entonces endeudarse con el sector privado local o con el exterior para financiar la brecha. Por su parte, el déficit de cuenta corriente implica que la sociedad como un todo (gobierno y sector privado) gasta más de lo que produce, debiendo endeudarse fuera. Déficits gemelos implica tener un gobierno y un país que "sobreconsumen" (puede haber momentos en que el sector privado ahorre, pero ciertamente no es suficiente para compensar el desafasaje del gobierno.

(2) El proceso conocido como Sudden stop ("freno brusco") fue expuesto por Rudiger Dornbusch en 1994 y analizado en detalle por Guillermo Calvo en 1998, con refencia a lo sucedido en los 80 en América Latina y repetido en alguna medida en los 90 con las crisis de este de Asia, Rusia Y Brasil. Al frenarse (y revertirse) el ingreso de capitales a un país en forma brusca, con motivo de los temores respecto de su solvencia fiscal y externa (déficits gemelos y deuda acumulada por el sector publico y privado), el "ajuste" se produce a la fuerza y las variables mencionadas se mueven en direcciones no deseadas. Como se observa, el concepto tiene ya más de veinte años...

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