El nono
A mi abuelo le gustaba contar historias, sobre
todo si él, en sus épocas de juventud, había sido el protagonista.
Por las tardes de domingo nos reunía a los
nietos alrededor de su sillón y empezaba a contar. Muchas veces repetía cosas,
pero nosotros lo mirábamos extasiados y siempre encontrábamos algún detalle
nuevo en el relato del nono.
Su historia preferida era la de la
democratización de la Unión Vecinal del barrio, que según él, fue su obra
maestra.
En ese entonces el nono tenía sólo veinte
años y era un idealista. La Comisión Directiva se renovaba cada año y para
elegir a sus miembros sólo votaban los varones mayores de veinticinco años del
barrio. Eso irritaba al nono, le parecía una locura, una discriminación
injusta. ¿Por qué no las mujeres? ¿Por qué no los jóvenes que tenían más de
dieciocho aunque no tuvieran veinticinco?
Lo que pasaba, nos decía el nono, era que dejando
votar sólo a unos pocos, era más fácil para los vividores acomodarse,
complotarse, votarse entre ellos, armar camarillas… porque había que convencer
a unos pocos. Así resultaba que siempre estaban los mismos en la Comisión,
siempre los verseros, los matones, los que no laburaban de nada… los zánganos.
El nono decía que si se “abría el juego” (se
ve en aquel entonces él usaba esas mismas palabras, porque le encantaba
repetirlo varias veces en sus historias) a esos personajes se les acabaría el negocio
y, se tendrían que ir todos. Así las posibilidades de los “chorros” (otra
palabra que repetía) iban a ser menores,
porque no podrían comprar ni “chamullar” (otra) a todos y todas.
“Ahora le dicen democratizar” nos decía el Nono, “pero a mi me gusta decir que abríamos el juego, porque en aquella
época muy pocos entendían bien la idea de democracia, era como algo nuevo para
nosotros”.
Tanto hizo el nono, tanto trabajó, tanto
insistió que a la larga consiguió su objetivo. En las elecciones de no sé qué
año "se abrió el juego". Pudieron votar todos, hombre y mujeres, todos los
mayores de dieciocho años. ¡Una victoria del nono!
Un final feliz… sin embargo a esta altura de
la historia el nono, en vez de ponerse contento y agrandarse, se nos pinchaba
un poco… su carita se arrugaba y le caía a veces una lágrima.
Un día le pregunté a mi papá:
- “Sí, es cierto”, me contestó, “fue el nono el que consiguió todo eso.”
- “¿Y por qué entonces cuando lo cuenta se pone un poco triste
pa?”, no entendía
yo.
- “Lo que pasa es que desde ese momento y en los años
siguientes, siempre hubo una única lista en la Unión Vecinal” me dijo mi papá,
“se ponían de acuerdo y se repartían los cargos antes de la votación y se
presentaban todos juntos…”.
Me quedé pensando. Mi nono fue un idealista
en aquellas épocas, un luchador y consiguió un triunfo importante para todos.
Pero me parece que el nono se equivocaba en algo: ya desde aquel entonces los
personajes esos de la Unión Vecinal entendían muy bien el concepto de democracia.
Sí que lo entendían bien, lo manejaban y sabían “jugar el juego”… estuviera
cerrado o abierto.
"La idea de elegir gobernantes mediante comicios es bastante reciente y aún es poco frecuente. La primera elección a nivel nacional que se basó en el sufragio individual fue en 1788; la primera vez en la historia que el mando cambió de manos fue en 1801. Ambos eventos ocurrieron en los Estados Unidos. Desde entonces, en el mundo las personas han votado unas tres mil elecciones nacionales. Sin embargo, las derrotas de quienes estaban en el poder eran inusuales hasta hace muy poco y el cambio de gobierno pacífico es menos frecuente todavía: solo una de cada cinco elecciones nacionales tuvo como resultado la derrota de aquellos que ejercían el mando.
No obstante, hasta 2008, sesenta y ocho países (incluidas Rusia y China) nunca habían experimentado un cambio de gobierno entre partidos como consecuencia de una elección.
Por ende, votar no significa necesariamente elegir"
"Al momento de las elecciones, en las provincias argentinas existe una "cancha inclinada" a favor del oficialismo. Un estudio realizado por Schiumerini y Page (CIPPEC), que analiza las elecciones provinciales desde 1983 hasta 2011 concluye que:
- Los oficialismos tienen mayor probabilidad de ganar las elecciones que la oposición (tienen una probabilidad de victoria entre 28 y 52% mayor). Esto ocurre en todos los países.
- Esta ventaja aumentó con el tiempo: en 1987 los oficialismos obtenían en promedio un excedente de votos de 10% cifra que creció al 30% en las últimas elecciones.
- La ventaja del oficialismo tiene un fuerte componente personal: la probabilidad de que el partido oficialista gane cuando el gobernador busca la reelección es 20% mayor a cuando no lo hace.
- Donde hay límites a la reelección la ventaja del oficialismo es menor."
"¿Por qué fracasan todos los gobiernos?", Sergio Berenztein y Marcos Buscaglia
qué triste realidad!
ResponderBorrarPero no me desanima...sigo creyendo en la democracia...
La ventaja de los oficialismos se ve claramente en las provincias argentinas, donde hay quienes gobiernan varios mandatos seguidos, por eso es muy importante limitar la reelección.
ResponderBorrarEs un ejemplo clarísimo
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