Un domingo cualquiera

"Sueño con poder hacerles otro gol con la mano a los ingleses"
Diego Armando Maradona, luego del mundial 1986.


Los argentinos tenemos, entre otras, tres pasiones viscerales: la familia, el asado y el fútbol.

Así, no es extraño que un domingo podamos compartir y disfrutar de alguna de ellas o, si es posible, de las tres al mismo tiempo. Es frecuente que nos reunamos en familia a comer un asado y luego se organice un “picado” de fútbol, o nos sentemos frente al televisor a mirar un partido o vayamos al estadio a verlo personalmente.

Estas tres actividades, tan entrañables para el argentino, llevan en su seno serias divergencias en cuanto a los criterios de justicia que deben aplicárseles y por eso a menudo son motivo de discusión y debate, provocando que el ansiado descanso dominical termine con algunos… desencuentros. Que luego durante la semana se diluirán, ya que hay que prepararse para volver a debatir el siguiente domingo, porque la polémica en la mesa familiar es otra de nuestras pasiones.

En materia familiar, la forma como se trata a los hijos es un tema delicado, que en sí mismo contiene enfoques diferentes y puede producir controversias. Algunas personas pueden pensar que “es justo” darles a cada hijo o hija lo mismo (en lo material, lo emocional y lo espiritual) ya que todos son precisamente eso: hijos e hijas, y eso los iguala ante los ojos de los padres. Sin embargo puede suceder también que otras personas puedan pensar que “es justo” igualar de alguna manera a los hijos, lo que implica darles más a los más frágiles o menos afortunados y menos a los demás, ya que es deseable que todos los hermanos arriben a una misma (o similar) situación final.  ¿Puede usted afirmar cuál criterio es mejor? Tal vez puede hacerlo, pero será su opinión y habrá otras diferentes.

Cualquiera sea el método de asignación que usen los padres, alguien se incomodará lo exprese o no: si se les da a todos lo mismo, los menos afortunados creerán que no es justo porque pretenden “igualación”, pero si se entrega más a ellos, los más afortunados cuestionarán el criterio ya que querrán “igualdad de trato”. Aparece aquí un debate fundamental: igualar a “la entrada” y que cada uno llegue hasta donde pueda o quiera llegar, o igualar “a la salida”, compensando las diferencias al final.

Vamos a la mesa. Cuando nos sentamos y llega el asado surge de nuevo el debate acerca de lo que “es justo”. ¿Todos deben tener una porción de igual tamaño? ¿Los mayores deben tener una porción más abundante que los menores? ¿Quién tiene el derecho de elegir primero su porción, los ancianos o los niños? Es probable que cada uno de los comensales tenga una opinión diferente y que por ello algunos queden disgustados por el método de reparto que se utilice. 

Se imagina usted que decidir el método ya es una tarea muy complicada para el dueño de casa. Alguien se va a ir ofendido, lo diga o no.

Terminado el almuerzo, es la hora del fútbol. ¿Qué es justo en el fútbol? Si el criterio es que los dos contrincantes son equipos iguales de once jugadores, sólo serían justos los empates. Esto, que implica una igualación, en este ámbito suena muy mal. Pero si tenemos en cuenta que un equipo puede esforzarse más que el otro o jugar mejor que el otro, “lo justo” es que ese sea el que se lleve la victoria. Así, si un equipo juega muy bien y se esfuerza pero en el último minuto el otro equipo convierte un gol por pura suerte, diremos que “ha sido un resultado injusto”. Pareciera entonces ser que en materia futbolística (o deportiva en general), los merecimientos son la clave. Sin embargo, intente convencer al fanático del equipo que convirtió el gol al final de que su equipo no lo merece y que debe por ello anularse… Las pasiones y las lealtades juegan un rol importante en la definición de justicia, nos guste o no. Y el fútbol aglutina pasiones y no razones.

De tal forma, en tres ámbitos de la vida tan importantes para los argentinos la discusión no está resuelta y algunas posiciones pueden resultar incluso irreductibles: o una o la otra, sin negociación posible. Unos felices y otros disgustados, siempre. Nada conforma a todos, no hay criterio de justicia general y universalmente aceptado. Es posible que hayan algunos acuerdos parciales, hay situaciones que son injustas a todas luces y para todos: por ejemplo que  uno de los hijos se lo prefiera siempre por sobre los otros cualquiera sea su situación y su comportamiento, o que alguno de los comensales se quede sin asado o que el árbitro del partido perjudique abiertamente a un equipo. Pero son claramente casos excepcionales, no son la regla ni lo usual.

Estos desacuerdos no constituyen un “mal argentino”, ocurren en todos los grupos sociales, grandes o pequeños y pueden referirse a cualquier ámbito de la vida (trabajo, descanso, ingreso, competencias, artes, etc.). Es un problema universal, que ha atravesado el tiempo desde que homo sapiens desplazó en el planeta del liderazgo al neardental y que ha llegado hasta nuestros días generando discusiones, debates, peleas … guerras. Ha cimentado ideologías y ha dinamitado consensos que tomaron siglos en moldearse.

¿Podrá alguna vez llegarse a un acuerdo general y definitivo? Espero que sí, pero firmemente creo que no. Las diferencias esenciales de los seres humanos abonan el terreno del a polémica constante y si bien muchos pensadores han efectuado aportes esclarecedores, persisten desencuentros de fondo, profundos, esenciales.

Sin embargo, cuando un gobierno diseña una política de equidad distributiva debe optar por unos y dejar de lado otros. Es imposible tomarlos juntos y armonizarlos. Igualitarismo, igualación, equidad, méritos, oportunidades…apuntan en direcciones diferentes y benefician a grupos diferentes. Por ello, es inevitable que cualquiera que se tome como “criterio guía” o “pauta de justicia”, existan personas conformes y personas disconformes.

Es inevitable, lamentablemente. Pretender conjugarlos y aplicarlos juntos es una tarea imposible y lleva a interminables controversias, enojos y enfrentamientos. Imagine entonces lo difícil que es pensar en un "acuerdo nacional" sobre estos temas, si nada más basta ver lo que puede suceder en el seno de una familia como todas, un domingo cualquiera.

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