Mala

Lo que quiero dejar claro aquí es que en Argentina, con los actuales niveles de inflación nos costará mucho crecer, no podremos recuperar significativamente el empleo formal y no le ganaremos la batalla a la pobreza. 
Si no se baja la inflación, estamos condenados a la mediocridad económica y, en comparación con otros países, a seguir retrocediendo.

Que no le hagan creer otra cosa: la inflación es mala para la economía. Siempre. Es un problema que, a medida que se extiende en el tiempo y se profundiza, hace cada vez más daño. Todos los gobernantes del mundo lo saben.

Esto luce como una obviedad para quien lo padece y hasta aquí parece que no he dicho nada nuevo. Sin embargo para algunas personas no es tan así. Por eso alguna vez Ud. escuchó a alguien decir que "un poco de inflación es buena". No le crea, eso es falso, no tiene fundamentos. La inflación hace daño al tejido social, destruye los sistemas de información económica, enerva a la gente, pone de mal humor, complica las negociaciones entre partes, oscurece el panorama de decisiones, alimenta las protestas y... desgasta a todos. No hay dudas acerca de que es mala y que mejor sería no tenerla. No es casual que todos los países del mundo la combatan y se preocupen por mantenerla baja. ¿Están todos equivocados?

Sucede que a menudo las expresiones se usan con ligereza y los vendedores de humo las repiten sin ponerlas en contexto, siempre en busca de algún rédito personal o corporativo. Pero en una ciencia como es la Economía hay que ser precisos con lo que se dice y cómo se emplean los términos. Entonces, una expresión como la anterior podría aceptarse pero si se la enuncia con mayor precisión de esta forma: 

"Un poco de inflación puede aceptarse si ese es el precio que hay que pagar para tener un mayor crecimiento, un menor desempleo y una pobreza menor"

Ahí sí lo puedo compartir, pero reconozcamos que es bastante distinto a decir que "es buena".  

Cuando se lo dice de esta otra manera se entiende entonces a la inflación como un "costo a soportar" para obtener algo mejor, pero un costo al fin. Sin embargo cuidado, hay que tener presente que en este caso se está haciendo referencia a la "inflación natural" que es la que surge durante los procesos de crecimiento y desarrollo de los países que, a medida que presionan sobre sus factores productivos existentes van encontrando "cuellos de botella" que se reflejan en precios que suben. PERO (este "pero" es muy importante), en estos casos estamos hablando de inflaciones que no superan el 3-4% anual. Cuando es más alta, empezamos a entrar en el terreno patológico y debemos estar alerta  porque el costo puede ser más alto que el beneficio. Ni hablar si pasamos a dos dígitos anuales (tengamos esto presente para los datos que observaremos enseguida). En tal caso, el costo (la inflación) comienza a superar los beneficios (más crecimiento, más empleo, menos pobreza), porque virtualmente los anula.

Dicho esto, veamos lo que sucede en Argentina en los últimos años, aunque no es arriesgado hablar de las ultimas décadas, si de inflación alta se trata. Vamos a la evidencia: miremos la película y luego nos concentramos en las últimas fotos.

1. La película: ¿de dónde venimos? 

Venimos de décadas de inflación, matizadas por algunos períodos de estabilidad. Es a la inversa de cualquier país en el mundo que se nos ocurra mirar: aquí desde hace sesenta años la inflación es la regla y la estabilidad la excepción.

Nota: la escala de medición utilizada en el gráfico "corta" en 50% de inflación anual, un valor considerado "intolerable". Como se observa, ese valor se superó varias veces.

Esto representa un problema no sólo desde lo que dicen los datos concretos sino desde lo que afirma la teoría económica: se trata de una inflación de "memoria larga", es decir, estamos acostumbrados a vivir con inflación, la llevamos dentro, nos asombramos cuando no está (y pensamos que pronto volverá).  Esto es complicado porque resulta mucho más difícil frenarla que si se tratara de un episodio puntual o de un par de años con inflación (donde se pone un "ancla" cambiaria o monetaria y las expectativas se coordinan rápidamente hacia abajo). Por eso los planes que la quieren frenar en forma abrupta no han funcionado en el largo plazo y los que lo hacen gradualmente no cuentan con la paciencia necesaria (de la gente y de los políticos cortoplacistas).

Mirando la última década, vemos que son todos años de inflación muy por encima de la "natural". 



No es de extrañar entonces encontrar asociados datos como estos: desde 2008 hasta 2017 (período en que se aceleró la inflación por encima de "un dígito"), el crecimiento promedio anual fue menor al 1% anual (por debajo del crecimiento de la población) y la pobreza bien medida creció de 23,8% a 29,8%. No es casual ni son fenómenos independientes. Claramente no se trata de "la inflación que toleramos como costo del crecimiento". Esta es inflación dañina, mala.

2. La foto: ¿cómo estamos?

Para situarnos en cómo estamos respecto del mundo hay dos datos que podemos considerar en relación a lo que fue el año 2017. En primer lugar, Argentina fue el cuarto país con mayor inflación en el mundo, sólo superado por Venezuela, Angola y Sudán.  En segundo lugar, nuestra inflación supera largamente a la de otros países vecinos y grupos de países, como se ve en el gráfico. Nuevamente, parece que todos lo saben excepto nosotros.


En particular y a manera de paréntesis: si nuestra inflación es 10 veces más alta que la de Chile y seis veces la de Brasil (socios comerciales)... ¿cómo podremos competir con ellos? Inmediatamente viene a nuestra mente devaluar la moneda más que ellos... pero ya en este blog hablamos hace poco de los peligros de las devaluaciones fuertes y repentinas.

En resumen, en materia de inflación, venimos mal desde hace más de sesenta años, venimos mal en los últimos diez años y estamos mal hoy. Hay que corregir esto si queremos cambiar la economía argentina. Cualquier reforma que se proponga en cualquier ámbito de la economía va a naufragar si esto no se cambia. Porque hace décadas que cualquier reforma naufraga. Y ante tales fracasos, se imponen cambios de rumbo y nuevas reformas... que vuelven a fracasar. Y se queman las banderas de un color y otro (aquellas que en otros países dan resultados, de un color u otro). Y la discusión se hace eterna respecto de las reformas que hacen falta... Y la inflación sigue.

Pero nada va a dar resultado en un contexto de alta inflación (superior a 3-4% anual). Ninguna receta va a curarnos. Ningún plan va a funcionar durante un tiempo mayor al que duren las "lunas de miel" de cualquier nueva gestión con la gente. El mundo lo sabe bien, algunos lo han aprendido a la fuerza y otros de haber observado al experiencia de aquellos. 

Todos lo saben. ¿Por qué en Argentina nos negamos a aprenderlo?

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