Paciencia...

Como en el cine y en las novelas, esta nota viene a completar la "trilogía" que iniciara en octubre de 2017 con "La madre de todas las batallas" y que continuara hace pocos días con "Mala", ambas dedicadas en este blog al proceso inflacionario que vive Argentina.  Para que no tenga que ir a buscarlas y leerlas completas, le resumo lo principal de cada una.

En "Mala" decía que la inflación es dañina para el funcionamiento de la economía porque, entre otros efectos negativos, deteriora el sistema de incentivos, pone de mal humor a todos y genera incertidumbre para la toma de decisiones. Decía también que todos los gobernantes lo saben, la prueba está en que buscan mantenerla baja. A la pregunta de si hay alguna inflación buena respondí allí enfáticamente que no, lo que sucede es que a veces la inflación es un costo a pagar en los procesos de crecimiento sostenido (pero costo al fin) y que en esos casos de trata de la "inflación natural", pero nunca superior al 4% anual. 

Tasas superiores son problemáticas y cuando llegan a dos dígitos resultan patológicas y la economía ya no puede crecer. Aparecen también allí datos que dan cuenta de la magnitud del problema desde hace años y de la diferencia que hoy existe con otros países del mundo (6 veces la inflación de Brasil, 8 veces la inflación promedio mundial, 10 veces la de Brasil).

En "la madre de todas las batallas" decía, en sintonía con lo anterior, que esta es la principal batalla que debe enfrentar el gobierno argentino en estos tiempos, prioritaria a cualquier otra, porque de no hacerlo cualquier otro proyecto de cambio o mejora en el ámbito económico estría destinado al fracaso. La historia de Argentina (y de toda América Latina) da fe de eso: con inflación alta la economía se detiene, el desempleo y la pobreza aumentan y, como consecuencia, la distribución del ingreso empeora.

Con esto en claro y con los números comparativos en la mano (serie de tiempo para Argentina y sección cruzada internacional, ambas en "Mala") ahora me pregunto si el gobierno está haciendo lo correcto para reducirla. Y pienso que sí, que lo está haciendo. El sistema que está utilizando, de "metas de inflación" ha dado buenos resultados en muchos países a lo largo del tiempo, especialmente cuando se ha aplicado a inflaciones "de memoria larga" (países con décadas donde la inflación alta fue la regla y la estabilidad es la excepción). Pero tiene dos contraindicaciones a las que debemos estar atentos: por un lado es un sistema que no permite crecer en forma acelerada porque se maneja con tasas de interés altas; por otro lado no es un remedio rápido, requiere de tiempo, esfuerzo y paciencia....  Sin embargo tiene algo muy bueno: si se consigue sanar, la salud dura más tiempo, no es como los controles de precios que generan un bienestar falso y efímero, curan hoy pero enferman mañana.

Ocurre que en Argentina no somos pacientes y empezamos a inquietarnos cuando los resultados se demoran en llegar. Hemos preferido muchas veces el remedio fácil (y seguramente menos amargo), de corto plazo pero también de corto alcance, el alivio temporario... y así estamos, siempre recayendo.

Hoy la tasa de inflación mensual sigue cerca del 2%, es altísima para que una economía pueda crecer y reducir la pobreza. Y cuando miramos los números vemos que parece haber encontrado un piso allí, tanto la inflación observada como la "nucleo" (1). 


Cuando se observan las tasas de inflación anuales, tampoco se ven resultados claros ni definitivos, seguimos por encima del 20%, aún con una meta del 15% para este año 2018. Y la expectativa de inflación futura (próximos doce meses) tampoco parece ceder significativamente, se ubica en el 19% (2). Tenemos inflación alta y los argentinos esperamos que siga alta.



Pero paciencia, no sentimos el alivio aún, pero vamos a sentirlo. 

De a poco vamos a sentirlo. Utilizando este sistema, Chile logró hacer converger la inflación hacia su nivel "natural" en casi 10 años (el sistema se implementó en 1989 y en 1999 se perforó el piso de 5%) y Colombia en 14 años (el sistema se inició en 1991 y el piso se perforó en 2004). En ambos casos se logró sosteniendo la independencia del Banco central y hubieron oscilaciones e incumplimientos anuales.  Luego de eso se mantuvieron allí, en valores de inflación que oscilan entre el 3 y el 4% anual. Nosotros llevamos solamente dos años y medio, confío en que podremos conseguirlo en menos tiempo.



Puedo sonar un poco herético con esto frente a mis colegas, pero no me importa tanto que la meta no se cumpla, lo que me interesa es que la inflación baje. En esa línea un funcionario nacional me decía, lamentándose días atrás "Tenemos mala suerte o comunicamos muy mal: estamos bajando la inflación y la gente nos critica porque no cumplimos la meta".  Y lo cierto es que, lentamente, la inflación está bajando.

Pero atención, debo decir esto antes de terminar: con el tiempo vamos a sentir el alivio siempre que sigamos tomando prolijamente el remedio y no cambiemos de receta ni de médico en el camino. Que no nos gane la impaciencia y el resultadismo, no echemos al técnico (en este caso al presidente del BCRA). Si cambiamos y buscamos el atajo, si apelamos al facilismo, al amuleto, al curandero o al humo, no lo conseguiremos.

Eso sí, permanezcamos atentos a los números: si la inflación sigue bajando, vamos por el buen camino, aunque haya altibajos y la fiebre tarde en desaparecer.

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(1) La "inflación núcleo" es la que se calcula retirando de la medición los precios de los bienes y servicios con características estacionales y los que son regulados por el gobierno. Como estas precios pueden crecer más rápido o mas lento que los que se computan, la inflación núcleo puede resultar más alta o más baja que la general.

(2) Mediciones de expectativas de la Universidad Torcuato Di Tella y del BCRA a través de su "relevamiento de expectativas de mercado" (REM).

Comentarios

  1. Creo que la comunicación de objetivos y su cumplimiento SĮ son esenciales.
    Las expectativas pueden elevar o voltear cualquier estrategia que se plantee.
    Si el objetivo ca a actuar como un corset que nos restrinja y nos obligue a hacer un esfuerzo, perfecto.
    Pero hay que explicitarlo y aceptar que puede llegar a no cumplirse en alguna medida. Fallar en el 25% del objetivo planteado no es aceptable, recordar que en ello van nuestros sueldos, nuestros consumos y nuestras decisiones de inversión.
    En estos aspectos se pone en juego la continuación en el tiempo de esta estrategia y el exito final del camino emprendido

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  2. Excelente!!
    Creo que la meta no es que haya pegarle justo, sino tratar de marcar un rumbo, que no se resuelve en el corto plazo.

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  3. Como gordo que ha seguido muchas dieta puedo comentar
    Comparto la apreciación acertada de Alejandro. Esperemos que el conjunto de la sociedad entienda los beneficios a largo plazo y no se deje tentar por los "dulces" o los "permitidos".
    Obviamente tampoco prolongar tanto como para darle la razón a Keynes con su "en largo plazo estaremos todos muertos"

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