Pueblo y populismo: ¿amor eterno o romances pasajeros?


"...El señor Presidente de los Estados Unidos, a quien yo llamo El Diablo, vino aquí hablando como dueño del mundo".
Hugo Chávez, Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, 2006


"Make America great again"
Donald Trump, campaña presidencial 2016.


"La idea de que la participación de los más pobres en la vida pública los volvía vulnerables a la manipulación por parte de políticos inescrupulosos es uno de los puntales centrales del texto fundacional de la teoría política, La República de Platón, así como de Política de su discípulo y polemista Aristóteles.  Ambos filósofos buscaron denunciar los peligros que el demos podía generar si caía bajo el poder de un ambicioso encantador del pueblo, el demagogo."
María Esperanza Casullo - "¿Por qué funciona el populismo?




Usualmente y en particular en las últimas décadas, el populismo no goza de buena prensa. Ningún político acepta calificarse como populista ni ningún plan de política o economía se define como tal para intentar ganar elecciones.

Se lo asocia normalmente a una política económica que dilapida recursos, que induce a gastar más de lo que se tiene, que endeuda a un país, que empapela la economía de moneda impresa para fines dudosos y que da recursos arbitrariamente a quienes no lo merecen o no han trabajado por ellos (buscando obtener su apoyo o, en caso de ser necesario, su voto). Visto de esta manera se entiende al populismo como un sistema que no puede sostenerse en el tiempo, que sólo puede perdurar mientras haya recursos para distribuir (nuevamente, con dudoso criterio) y que tarde o temprano terminará en una situación de crisis que requerirá un doloroso ajuste del cual no tendrá que hacerse cargo.

En la misma línea se acusa al político populista de engañar a propios y extraños prometiendo que esa instancia de crisis nunca llegará, que sólo es un escenario "pesimista y agorero" que tratan de instalar sus enemigos para evitar la felicidad de la población.

Sin embargo, esta es sólo una visión parcial del fenómeno populista, una visión puramente económica que relega (u olvida) que el populismo es un fenómeno político fuertemente arraigado en la democracia y que va mucho más allá de lo económico.

Tal como lo indica la cita inicial de Casullo, el populismo es tan antiguo como la democracia misma, tanto que podemos pensar que hace a su misma esencia. En tanto los ideales democráticos comenzaron a desarrollarse en el pensamiento clásico y la república comenzó a pensarse como sistema de gobierno, el populismo hizo su aparición en la escena política, casi como una consecuencia inevitable. En cuanto se propuso que las masas de "el pueblo" se manifestaran a través de los sistemas representativos (directos o indirectos), la figura del político que establece un vínculo directo con ellos, sin intermediarios, hablándoles en su mismo idioma y diciéndoles lo que desean escuchar hizo también su aparición.

Incluso los mismos pensadores griegos desconfiaron a menudo del sistema democrático que proponían ante la inminencia de esta amenaza, habida cuenta de que las masas populares resultarían muy permeables a un discurso populista si no tenían la educación y el criterio necesario para cuestionarlo o para pensar en términos del "grupo" por encima de sus necesidades individuales. Adelantándonos en el tiempo, la "rebelión de las masas" de Ortega y Gasset implicaba, per se, el afianzamiento de la figura populista. Era inevitable que si las masas accedían al poder (a la discusión política y al voto democrático), el político populista haría su entrada en escena para dialogar con ellas y endulzar sus oídos.

Así, encontramos que el populismo es un fenómeno muy extendido a lo largo de la historia y en la actualidad a lo largo del planeta. Es casi esencial a la democracia, es uno de sus componentes, es una de sus posibilidades ciertas (¿y una de sus amenazas inherentes?).

Considerado ampliamente, el populismo entraña básicamente una relación de afinidad entre un "pueblo" (aún con las dificultades que los sociólogos encuentran para definir tal concepto) y su "lider". Lider que se vincula emocionalmente (más que racionalmente) con la gente para tratar de captar su atención demostrándole de alguna manera que un "enemigo" (externo y/o interno) la ha traicionado y busca expoliarla de sus recursos y sus derechos. 

Con un discurso normalmente muy persuasivo y cargado de símbología personal y declaraciones altisonantes, el político populista se erige como salvador y corrector de tal injusticia, marcando una clara distinción entre "nosotros" y "ellos". Así, divide a la sociedad en amigos y enemigos del régimen y coloca, a veces caprichosamente, a personas y grupos de un lado y del otro, configurando de esta manera la idea de "pueblo" y "elites". Personaliza el bien y el mal para la sociedad y delinea grupos "buenos", que trabajan por el bien común y "malos", que bregan cada día por su beneficio individual en detrimento del grupo.

De esta definiciones, sus acciones de política surgen claras: todo lo que beneficie explícitamente (y mientras más se lo explicite en el discurso, mejor) al pueblo será bienvenido y lo que beneficie a alguna de las "elites" deberá ser descartado. De tal forma, siguiendo nuevamente a Casullo, el populismo puede tener rasgos de izquierda o de derecha, o incluso puede mezclarlos. Así, nada obsta para que un político populista como Donald Trump proponga una clara política de derechos de propiedad y combata abiertamente a la inflación con el manejo de su política monetaria , mientras reprueba la inmigración mejicana y realiza declaraciones sexistas. Nada obsta para que otro político populista como Rafael Correa neutralice a los medios de prensa opositores y reduzca el poder del Congreso mientras mantiene la participación del sector privado en la actividad hidrocarburífera.  Nada obsta para que Vladimir Putin apoye al gobierno de Castro y de Maduro al mismo tiempo que en Rusia fortalece el poder del grupo gobernante y protege a la "elite petrolera". Nada obsta para que Mauricio Macri rechace de plano la política de los gobiernos precedentes y abra la economía pero al mismo tiempo incremente las prestaciones sociales y plantee debates como el aborto y el matrimonio igualitario. Todo depende de quiénes sean los amigos y quiénes los enemigos, en cada caso y en cada momento, es cuestión de saber trazar la línea (incluso de moverla si hace falta).

Así el populismo tiene poco de ideología, muy poco de dogma y mucho de pragmatismo y de "aquí y ahora". Gracias a esa maleabilidad el populismo puede cambiar su enfoque económico (Menem fue populista con una política de corte liberal y Kirchner lo fue con una política intervencionista) y puede mutar la definición de amigo-enemigo (para Le Pen los enemigos con los inmigrantes asiáticos y africanos, para Trump son los trabajadores chinos y las elites intelectuales liberales y para Hugo Chavez fue el imperialismo yanqui).

Esta caracterización del populismo lo aleja un poco de la visión usual planteada al comienzo, que pone su foco en lo económico. Sin embargo debe reconocerse que el populismo tiene una "pata" económica importante, ya que el lider no sólo debe a su pueblo una lucha con sus enemigos externos e internos, sino también una mejora en la calidad de vida objetiva (que el pueblo viva mejor) y subjetiva (que pueda percibir que su mejora es superior a la de las elites). En el fondo esto será lo que permitirá sostenerlo en el poder y legitimarlo en las próximas elecciones. Sin ese condimento, toda bandera acabará por desintegrarse, por mas "romántico" que sea el discurso y más épicos sean los términos en que se plantea la lucha del pueblo. El amor no será eterno.

En los populismos sudamericanos de izquierda del siglo XXI (Chávez, Morales, Lugo, Lula, Correa, Kirchner, Fernández) el elemento económico central es el cambio en la pauta consumo-ahorro, incentivando lo primero en detrimento de lo segundo, precisamente por la inmediatez con que se tiñe el enfoque (aquí y ahora) y la necesidad de sostener el apoyo popular con resultados económicos palpables en el corto plazo. En cambio, en el populismo de derecha de Trump el elemento económico esencial es el redireccionamiento de esa pauta "hacia adentro", para evitar que el empleo de desplace de EEUU hacia Mejico, Indonesia, India o China, perjudicando al pueblo de EEUU.

Es difícil escuchar a un político populista esgrimiendo el argumento un ajuste económico hoy para así mejorar la performance macroeconómica de un (difuso) futuro, más aún cuando se instala la idea de que el ajuste de hoy caerá sobre el "pueblo" y que la mejora futura la recibirán mayoritariamente las "elites". Siempre un político populista, sea de izquierda o de derecha, será, en términos macroeconómicos "expansivo de demanda". Más frecuente es escuchar un discurso populista que descree de la necesidad de ser austeros ya que eso sólo conlleva recesión y desempleo hoy, y que la expansión del gasto actual dinamizará la economía en el futuro y en el trayecto, el pueblo podrá apropiarse con mayor facilidad de las mejoras.

Sucede que las dificultades para sostener estas políticas expansivas de demanda durante muchos años, es lo que termina lastimando la relación entre el lider y su pueblo y desgasta el vínculo. No hay populismo, de izquierda ni de derecha, que haya podido sostener la promesa de un "futuro venturoso para el pueblo" plasmada en una economía creciendo y mejorando su distribución del ingreso en forma sostenida y durante décadas. La fórmula tiende a agotarse cuando lo hacen los recursos externos o cuando la economía impone restricciones "de oferta". Así, si bien la concepción económica del populismo es incompleta, su peso en el concepto general y en los resultados finales es de gran importancia. Es complicado para un lider, por más carismático que sea, plantear a su pueblo una batalla épica de resultado final incierto sin recompensas duraderas (objetivas y subjetivas) en el trayecto. 

Como en todo romance, en algún punto la luna de miel termina y la convivencia diaria no puede sostenerse sólo con promesas de amor eterno ni de "vivir felices para siempre".

Comentarios

  1. Interesante punto de vista. También pareció imparcial. Gracias Licenciado.

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  2. Interesante punto de vista muy claro y objetivo su comentario.

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